PARA UNA, PARA TANTAS
No conozco tu nombre, pero sé de tu dolor. Sé que vives en una sombra que no elegiste, en un miedo que no mereces.
Tú, no eres el problema. No eres culpable. Sólo elegiste un mal compañero. Uno de tantos.
Sientes que no hay salida, miras a tus hijos y quieres huir con ellos, pero los hilos de la justicia te amarran porque también defienden al padre, aunque sea un mal hombre.
Deseas que esta pesadilla termine, pero sabes que esto ocurrirá cuando lo encierren o cuando te mate.
Y te levantas cada mañana, maquillas tus heridas y te armas de esperanza, pero el espejo te devuelve la imagen del miedo, mientras un depredador acecha tu calle.
Es la bofetada diaria de tu realidad.
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