SE VENDEN Y SE COMPRAN BEBES
Hay personas que piensan que en esta época que nos
toca vivir, el mercado mundial es un buen regulador de todo lo que se pueda
comprar y vender. La famosa idea de que la oferta y la demanda se equilibran
con las propias reglas mercantilistas.
Nada más lejos de la realidad.
El
mercado lo que hace, valga la redundancia es “mercantilizar” todas las
relaciones humanas, contribuyendo a generar desigualdades en función del poder
adquisitivo de las personas.
Y en ese desequilibrio económico, una vez más las
mujeres nos vemos a merced de las dentelladas capitalistas.
El cuerpo femenino tiene bajo coste y grandes
beneficios. Un chollo para la codicia mercantil. No sólo se comercia con los
cuerpos enteros, también con todo lo que proceda o salga de él, órganos,
fluidos y seres.
Y así se expone en el mercado, dejándonos ante el dominio del
poderoso y del más rico: ante el capitalismo más deshumanizado que comercia con
todo en el nombre del progreso.
Así llaman a los vientres de alquiler, progreso, la
última moda que permite colmar los deseos y querencias, sobre todo de personas
adineradas que pueden pagar a mujeres pobres para que satisfagan su deseo de
ser padres o madres.
No hay altruismo, hay una operación puramente mercantil.
Una necesidad, un deseo y un negocio. Venta de cuerpos y de seres.
Sencillamente
repugnable.
Si tengo dinero…lo compro, y si no me endeudo, que
para eso están los bancos al acecho, poniendo a disposición el dinero que
necesites para cumplir los sueños, convirtiéndonos en rehenes del sistema.
Las personas pobres no deciden ya sobre su destino y
si además de pobre, eres mujer, pierdes el derecho a decidir sobre tu propio
cuerpo y vida. No hay ética en el mundo mercantil.
Una vez más doblemente castigadas. Si queremos
caminar hacia una sociedad más igualitaria y equitativa, pongamos freno a los
deseos desmesurados e irracionales que provoca el capitalismo más salvaje.