EL
SONIDO DE LA VIOLENCIA
Un
8 de marzo de 1908 más de cien mujeres murieron calcinadas en una
fábrica textil de New York. Los dueños y encargados de la empresa
cerraron las puertas de acceso para evitar que las mujeres
protestasen en la calle por sus condiciones de trabajo. Pedían
jornadas de 10 horas, igualar sus salarios al de los hombres, tener
un tiempo para dar de amamantar a sus hijos e hijas, y condiciones
higiénicas en sus puestos de trabajo.
¿Se
imaginan ustedes los gritos de angustia, desesperación y dolor de
esas mujeres atrapadas y devoradas por las llamas?
Esos
gritos tuvieron que traspasar todos los muros y tímpanos, pero la
realidad fue sorda, impasible y cruel.
La
madrugada del 25 de Enero en Gasteiz, se escucharon gritos, golpes
que rompieron el silencio de la noche y sacaron a la vecindad de la
cama. Cristales rotos y un impacto seco contra el asfalto de la calle
visualizaba el sonido de la tragedia. Era Alicia, una bebe de apenas
17 meses.
En
los últimos 12 años más de 1400 mujeres han sido asesinadas. A
este número brutal hay que unir 27 más: Son los hijos e hijas
entre uno y nueve años que recibieron el zarpazo de la crueldad y
hoy están sepultados bajo la pesada losa de esta violencia.
¿Gritaban
esas mujeres? ¿Gritaban esos menores?
¿Ustedes qué creen?
A
la violencia que ejerce este sistema patriarcal, no se la combate con
minutos de silencio. No.
Una
sociedad no puede permanecer impertérrita contra el sonido de la
violencia, no puede ser ciega y sorda ante esta masacre, porque
estará terriblemente enferma desde sus raíces.
Los
gobiernos no pueden dejarse arrastrar por la pusilanimidad
ambiental y mediática porque de lo contrario estarán dando aliento
a los asesinos y cobertura a la continuidad sistemática de esta
violencia.
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